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Argonio ; el enano que no tenía miedo a ser un soñador

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Esta es la historia de "Argonio" el enano que no tenía miedo a ser un soñador. Argonio habitaba en GIGANTIA, una ciudad que vivía en una mentira entera, en la que todos creían tener siempre la razón y medir más de dos metros. En realidad todos los habitantes del pueblo sospechaban que no llegaban a dicha estatura, pero preferían vivir en el engaño constante sin permitir que nadie les hiciese dudar. Su único y verdadero enemigo era su mente, todo lo que no querían ver iba en su contra. En realidad GIGANTIA no distaba demasiado de una ciudad cualquiera de un país civilizado; con sus calles anchas y asfaltadas, sus edificios altos en el Centro, sus barrios residenciales en la periferia y sus calles estrechas en el casco antiguo. Argonio sin embargo era muy consciente de su baja estatura y de lo que en realidad era. Sin embargo la presión era insistente y a menudo era apartado de cualquier conversación al grito de: -¡Quítate enano que estoy yo!. La coacción era constante e i

INITIUM una visión irreflexiva sobre el inicio de los tiempos

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INITIUM " una visión irreflexiva y canalla sobre el inicio de los tiempos" "Aprende lo que hay que tomarse en serio y ríete del resto" ¿De donde proviene la realidad física?  Desde el comienzo de los más que aburridos tiempos iniciales hasta el soporífero e insufrible momento actual, todo parece inaudito, como gestionado al borde del "caos", en un incesante juego entre el azar y la necesidad; sin embargo los rasgos especiales de nuestro universo y la estrecha e inquebrantable relación entre evolución, complejidad y consciencia hacen que hayamos llegado hasta aquí y podamos plantearnos estás absurdas y egocéntricas cuestiones. Nuestro universo no tiene nada peculiar , no parece acompasado y ni siquiera tiene cuello; salvo quizás la paradójica  "trivialidad" de que sus parámetros permiten que estemos aquí.   Podría ser que nuestro universo ni siquiera mereciese la pena y no fuese único. Podría ser que hubiese más de un ciento de grandes universos

infutbolución

Empecé a jugar a futbol a la primera oportunidad que se me presentó, del emplazamiento poco o nada recuerdo; probablemente fuese en un páramo discontinuo y pedregoso.  El contexto era en aquellos tiempos injustificadamente desagradable; terrenos accidentados (verdaderos patatales y barrizales impracticables, con pendientes escarpadas) campos de arena oscura o de hierba alta y cortante que escondían abrojos espinosos o bien de cemento armado con enormes oquedades, que probablemente hubiesen engullido a más de un prometedor futuro defensa central.  Sin porterías y sin las marcas del campo debidamente delimitadas, aún así nos manejábamos de manera apta (teniendo en cuenta las circunstancias); las carteras, las mochilas, los libros o cualquier piedra del camino cumplían la función de signar los límites y las porterías, el resto quedaba al albur de la imaginación y del libre albedrío.   Los campos de futbol que recuerdo eran de arena y estaban cercados por pequeñas e ineficaces vallas. Con